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Para que no vuelva a suceder

La Escuela Nº 25 "José de San Martín" de Las Moscas hace tiempo que tiene problemas con los techos, los murciélagos y otras razones que han provocado innumerables inconvenientes.
A partir del 22 de Octubre pasado, la empresa ganadora de la licitación de las obras edilicias comenzó a trabajar sin parar.
El día viernes 26 surge un inconveniente: habían sacado todas las chapas del techo de un ala de la escuela (varias aulas, cocina, baños), cuando se dan cuenta de que las chapas traídas para cambiar eran más cortas...
El techo estaba totalmente al descubierto, solo quedaba el cielorraso. Al terminar la jornada de trabajo, a las 18 horas la gente se fue, para volver al día siguiente. ¿Y si llueve?
Y sucedió lo que nadie quería: efectivamente llovió. A las 23 horas, un grupo de padres anduvo tapando muebles con polietileno, traído no se sabe de donde, pero apareció; cambiando de lugar computadoras, material, bibliotecas, etc., para que no se mojen.
El sábado 27, los operarios de la empresa aparecieron y están trabajando arduamente. El tiempo sigue con amenazas de lluvia. Si sale un ratito el sol, mapas y otros elementos didácticos a secarse. Acá están las fotos. Simplemente PARA QUE NO VUELVA A SUCEDER.

Algunos ex-alumnos preocupados

Para que no vuelva a suceder

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Elecciones

Los invitamos a disfrutar de otro cuento "mosquero" enviado por Gustavo Baccón, con una temática referida al acto eleccionario del día de hoy.
EleccionesComo a las seis ya estaba levantado.
No es que no madrugara seguido, pero últimamente entre el hacha de día y el gurisito de noche lo tenían cansado y mal dormido, así que en estos tiempos le costaba bajar los pies de la cama…
De todas formas se puso en movimiento a la hora de todos los días.
-Es domingo, Beto- le dice la Mary entre sueños -quedate un rato más…
Él se sigue vistiendo, despación como para un baile… pero de mañana.
-Voy a atar el sulky- susurró con voz cansina de fumador añejo- tengo los caballos en el corral desde anoche.
-¡Lástima que llueve!- dijo la Mary desde las sábanas- hace frío y al Jorgito le va a hacer mal. Yo quería ir en la Estanciera…
-Hay barro- dice el dueño de casa, sabiendo que la tierra era un pegote, como una masa plástica y porfiada que no dejaría rodar ni cien metros al viejo vehículo.
Aunque en lo más íntimo de sus tripas agradeció a la lluvia, pues la plata escaseaba hace bastante y la nafta era un recuerdo en el tanque de la gastadora utilitaria. Pero él escondía esa realidad. Total, para qué preocupar a la doña si no tenía mucho más por hacer que darle al hacha y la motosierra, sólo para esperar que venga ese camión que se llevaba miles de kilos de árboles muertos a cambio de unos pocos pesos.
No dijo nada más y enfiló al galpón de los arreos, sacó bozales para dos pingos ya que el sulky se pone pesado en estos días y caminó como un zombi en dirección al corral.
Y así, como de pasada, ve un reflejo de otros tiempos, un resumen de lo que le pasó en la vida de pequeño productor que no llegó a modernizarse nunca, un "Pampa"… ese viejo proyecto que Perón le copió a los alemanes para que en otros tiempos los productores "chicos" tuvieran acceso a la maquinaria agrícola en forma de tractor.
Claro que de a poco se quedó sin cubiertas; las hectáreas las gastaron junto a sus propias esperanzas, y hoy es sostenido por troncos para que no se entierre en el suelo del galpón sin piso…
-Lo voy a vender- pensó -¡Como para volver a sembrar estoy!
Agarra los caballos con toda la resignación del mundo. Pensaba que ese día se olvidaría un poco de algunas cosas; que después de dos horas en el sulky llegaría a Moscas; que votaría en las elecciones, como hace dos años…
El partido ya está decidido: el mismo de hace dos años, si total la cosa no cambió nada nunca, vote a quien vote. En el pueblo lo esperaría el asado, pagado como hace dos años por la persona que lo paga siempre el día de las elecciones.
Por lo menos se juntaría con viejos amigos y conversaría, mientras la Mary haría lo mismo con las otras mujeres…
Después, con el hijo, la mujer y el sulky, por el camino de vuelta, tras dos horas de barriales y sudor de caballos; a la noche bajo la luz de un farol a kerosén que tiene mas de cincuenta años, escuchará en la radio, que compró a sus catorce con un ternero que su papá le regaló para que lo críe guacho, unos chamamés mezclados con los resultados de las elecciones… tal cual hace dos años…
Y esa noche, quién sabe, tal vez la Mary le diga:
-Y si vendés el tractor, aunque sea para echarle nafta a la Estanciera… Total, ya no vamos a sembrar más…
Como hace dos años…

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Recuerdos de Daniel

Daniel Baccón nos acerca desde Concepción del Uruguay sus vivencias en la zona rural de Las Moscas.
Hola, como andan. Aquí les mando algunas fotografías de la colonia.
La primera es de la Escuela Nº 37 "Misia Clementina" donde yo concurría en mi infancia. En la foto se ven los dos edificios, pero la escuelita vieja ya no existe más porque fue demolida hace unos años atrás debido a las malas condiciones en que se encontraba.

La Escuela Nº 37 Misia Clementina

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Las dos siguientes son de las ruinas de un viejo puente sobre el arroyo Moscas. Dicen las versiones que había sido construido por los pobladores de Santa Anita para ir a buscar arena al Gualeguay cuando construyeron la iglesia. Obviamente, iban con carros tirados por caballos. Este puente aún es conocido como "El puente de Toto", en referencia a quien era el dueño del campo, don Roberto "Toto" Collet.

El puente de Toto

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El puente de Toto

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La cuarta es una foto del río Gualeguay con toda la furia, una creciente espectacular. En primer plano está mi padre, "Pocholo", y de espaldas, mi tío Armando Baccón. En el fondo se ve el emblemático "Rancho de Capataz", llamado así en alusión a quién fuera su último dueño, Capataz Saldivia. Este rancho ya no existe. En este mismo lugar funcionaba "La Balsa" hasta el año setenta y pico, y el encargado de atenderla era don Yuponi. Por ésta se cruzaba el río Gualeguay y el primer pueblo al otro lado del río es Altamirano, ya en el departamento Tala.

Una gran creciente del Gualeguay

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Estas fotografías son, sintéticamente, un poquito de los grandes recuerdos de mis vivencias en la colonia de Las Moscas.
Saludos para todos.

Daniel

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La escuelita de colonia Leven

En 1891 la Jewish Colonization Association (J.C.A.) compra 80.265 hectareas en los departamentos Villaguay, Colón y Concepción del Uruguay y funda la colonia Clara, la más extensa de Entre Ríos. Esas 80.265 hectareas se lotearon y subdividieron conformando 49 grupos menores o colonias, entre las cuales se encontraba la colonia "Leven" (llamada así en homenaje al abogado francés Narcisse Leven, uno de los fundadores de la Alianza Israelita Universal y presidente de la J.C.A.) en la estación Las Moscas. Esta colonia a su vez se subdividió en seis partes, que se conocieron como Leven 0, 1, 2, 3, 4 y 5. Como dato relevante se puede mencionar que en la colonia Leven residió quién fuera considerado el "apóstol del cooperativismo agrario argentino", como lo fue el ingeniero Miguel Sajaroff.
Gracias a la colaboración de Mónica Elizabelar, publicamos este relato sobre la Escuela Nacional Nº 112 de colonia Leven.
Hola, chicos. Esto es lo que pude recabar de acuerdo a la memoria de mi padre.
Yo empecé la escuela a los 5 años en el '72. Mi familia, los ELIZABELAR, arrendaban el campo a los BANCHIK, que quedaba de paso hacia la escuela así que me llevaban las maestras. Además los sábados teníamos catequesis en dicho lugar, por lo que íbamos a caballo con las chicas de VIVAS y mientras esperábamos a que llegara el padre ISIDORO (o "padre de dos pisos", como le decíamos) y las monjas, nos íbamos a una tapera que estaba a unos metros de la escuela nueva pasando por el sótano que había quedado a medio cubrir a comer moras.
Empezando con las fotos, el edificio de alto que ven fue construido durante el apogeo de la colonia judía; se le atribuye su construcción al propietario del campo de ese entonces, PEDRO BARNECHE, según una escritura redactada a mano que estaba en poder de Don VENTURA GONZÁLEZ (ya fallecido) que databa de entre los años 1920 y 1930. En dicho lugar, que constaba de sótano (donde funcionaba el comedor y el depósito), planta baja, primer piso y altillo, funcionaban por así decirlo dos escuelas ya que en un turno se dictaban clases de nivel primario de la enseñanza oficial argentina (o sea para todos los hijos de los colonos) y el otro turno era solamente para los hijos de los colonos judíos. Como se observa en la imagen, la construcción era de ladrillos cuyas paredes eran de unos 50 cm. de espesor, los pisos y entrepisos eran de madera de pino con tirantes de pinotea así como las escaleras internas que eran de madera de cedro. Esta fotografía fue tomada en Febrero de 1974, cuando comenzaron las tareas de demolición.

La antigua escuela de colonia Leven[Clickeá sobre la imagen para agrandar]

Detrás del edificio se ve una arboleda que es la tapera a la que me refería anteriormente, en la cual había restos de una construcción; y siguiendo con los recuerdos de mi padre, ese fue el primer edificio originario de la cooperativa FONDO COMUNAL, y a unos metros más atrás estaban las instalaciones de la lechería y cremería de la zona que en esos años estaba a cargo del señor MARTÍNEZ (me estoy refiriendo al año 1968), las que se mantenían en pie pero sin funcionar como tales. Sobre el tema del edificio del FONDO COMUNAL, esto fue contado a mi padre por el señor JUAN RESMAN, más conocido como JAIMELLE, quien era vecino de dicho lugar y amigo de mi familia, ya fallecido, quien luego se mudó a VILLA DOMÍNGUEZ. En cuanto a las fotos en blanco y negro, como verán son del día de la inauguración de la escuela nueva; se puede ver en el palco al entonces gobernador de la provincia de Entre Ríos Sr. ENRIQUE TOMÁS CRESTO, al Sr. BEBER, al Sr. JUAN HAITE, al padre ISIDORO (si no me equivoco), la Sra. de STAGNARO que era la directora y demás personalidades que no recuerdo sus nombres, así como también en el resto de las fotos donde están las maestras ESTELA RODRÍGUEZ y GLADYS CÓRDOBA (ya fallecida) y muchos más que espero que al ver estas imágenes tengan mejor memoria que yo.

La escuelita de colonia Leven

Un beso y seguimos en contacto.

Mónica Elizabelar

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El Reencuentro Mosquero 2007

Publicamos a continuación algunas fotos del Séptimo Reencuentro Mosquero, realizado el pasado domingo 14 de Octubre. Las fotos fueron enviadas por Daiana Saucedo, Viviana Heinse, Damián Edelcopp y Gustavo Baccón, a quienes agradecemos. Es de destacar que lo recaudado será destinado a completar la construcción del salón parroquial.

Encuentro Mosquero 2007

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Adelante... Las Moscas !!!

Recibimos un nuevo mensaje enviado por Adela Liberoff desde Caracas, dirigido a todos los "mosqueros":

Muy queridos hermanos en el recuerdo y en la nostalgia, celebrando hoy 14 de Octubre, un (supongo) feliz reencuentro:

Me pareció tan bonito el gesto de ustedes al "adivinar" mis deseos de ver, así sea en fotos, a la tan mentada y cara para mi colonia Rosh-Pinah.

No les niego que me invadieron sentimientos diríamos que encontrados. Por un lado la esperanza, de entrada, fuera de toda lógica, de encontrarme frente a un "retrato" del paisaje que hace tanto tiempo fue el telón de fondo de mi vida en vacaciones. Y por el otro, esa extraña sensación de tener frente a mí, reproducidos en fotos, campos solitarios, algunos alambrados, árboles sin la alegría de cobijar bajo sus ramas a algún jinete agobiado por el intenso calor del verano entrerriano, haciendo una parada para descanso de él y de su caballo.

¿Donde están las casas de los pioneros, esos mismos que junto a sus familias tuvieron la virtud y, por qué no, la valentía de convertir esas solitarias zonas en fértiles y productivos campos? Es lógico que al querer mirar tantos años hacia atrás se me escapen muchísimo nombres, pero por ahí aparecen en mi memoria los Anijovich, los Bekenstein, los Salkind, otras familias como los Yankelevich, Vainer y mis cercanos Efron. ¿Dónde hay animales pastando? ¿Dónde quedaron los pintorescos "ranchos" de los puesteros, mano derecha de los colonos; las ya en ese entonces ruinas de la sinagoga; y no aparecen los molinos de viento, los galpones que guardaban en sus entrañas el producto de la cosecha, en espera de ser transportadas a Las Moscas o a Domínguez?

Y los artesanales y por ello rústicos portones, donde a menudo amarraban sus caballos los muchachos de la colonia, "por pura casualidad" de paso, pero sabedores que allí estaba de visita alguna buenamoza porteña, casualidad que se repetía infinidad de veces luego de la caída del sol.

El tiempo implacable, el veloz avance del progreso y la genuina ambición de los que tenían la vida por delante y soñaban con una vida más fácil en las ciudades se tragó a las colonias.

Tenemos el orgullo, quizá desmedido, de haber sido testigos del gran aporte de esta colonia, como muchas otras más, de seres maravillosos, de grandes luchadores que contribuyeron al adelanto de la provincia y del ejemplo que aún en condiciones duras es posible la alegría y la felicidad que se podía respirar en esos campos.

En este festejo de los "mosqueros", como simpatiquísimamente han dado en llamarse, les deseo (y no me cabe duda que ocurrirán) encuentros emotivos, reencuentros felices y que puedan, como seguro lo harán, acompañar ese sabroso asado con risas, alegrías y hermosos recuerdos.

Te acuerdas cuando ese día, yendo al colegio...................... y cuando nos empantanamos y con temor que creciera el río y.......................... y de nuestra maestra que un día...................... y de aquella chica a quien no te animabas a acercarte por………........... Si, si, me acuerdo. Mirá, ya tengo canas................ Me sirves otro trozo de.................... BUEN PROVECHO, AMIGOS.

Con el cariño entrerriano de

ADELA LIBEROFF

Caracas/Venezuela

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Lubicho

Compartimos un nuevo relato que nos ha enviado Gustavo Baccón desde Concordia, donde recuerda a uno de los personajes que marcaron su infancia en Las Moscas.
Por Luis Landriscina, y sólo por él, escuché contar que a los llamados Luis les suelen decir "Lubicho". Es común decirles "Luyi" o "Luiyi", pero "Lubicho"…
Pues bien, en la colonia Las Moscas vivió don Luis Dubied, o mejor dicho "Lubicho". Era un hombre chiquito de estatura, de ojos también chicos e infaltable sombrero de paja y que invariablemente montaba a caballo. Su predisposición por la charla no discriminaba edades; desde muy chico, yo caminando y él a caballo, cuando me cruzaba no faltaba una conversación; que como estábamos, que aquellas vacas que se escaparon, alguna carrera en la cancha de don Polo Mathey Doret, allí nomás en medio del campo, cerquita de mi casa y la de Lubicho; en fin… cosas de esas.
Sin embargo había un tema en el que era extremadamente previsible: el estado del tiempo. Lubicho era una especie de pronosticador zonal, siempre tenía la respuesta… Era una obviedad lo que él respondía, además era siempre lo mismo, pero igual le preguntábamos… y nadie osó reírse, no era motivo de risa, sino ¿para qué preguntábamos?
-Lubicho, ¿qué "vacer" el tiempo…? El acento podía ser inquisidor, suave, aburrido, intenso, entre dientes o a boca de jarro, pero la frase, inamovible…
-Lubicho, ¿qué "vacer" el tiempo…?
-¡"Vandar" y "vandar" hasta que "vallover"! ¡Y no erraba! El clima siempre andaba, hasta que un día llovía….
Lo que sigue seguramente no es cierto, o mejor dicho, es cierto pero no le pasó a Lubicho, pero el fabulario local lo tiene incorporado y antes de que se pierda en la memoria de los tiempos, lo relato como si a mi amigo de la infancia le hubiese sucedido…
Algunas veces, Lubicho hacía changas. Que arriar unas vacas hasta el local de remates en el pueblo, que una yerra o bien hasta hombreaba bolsas de cosecha en épocas de trilla. Es que en esos tiempos el trigo se guardaba en bolsas de arpillera y llevarlas hasta el acoplado o bajarlas de éste a la estiba en el galpón era “hombrearlas”. Creo que el término viene de que se las llevaba en el hombro, pero en mi niñez pensaba que era porque ese trabajo es cosa de hombres… Tan equivocado no estaba. En una de esas changas, cuando a la tarde se paraban las máquinas para tomar una taza de mate cocido con alguna galleta y un trozo de queso, comenzó la discusión:
-Yo sé -dijo Lubicho- que los caseros no trabajan en domingo…
El casero era en realidad el hornero, ese pájaro tan típico de mi Entre Ríos que goza de varios mitos: que no trabaja los domingos, que la puerta de su nido jamás está orientada al sur; como tantos seres que viven en lo profundo de la Selva del Montiel y a los que nadie parece querer otorgarles valor biológico, sino sólo afectivo…
La fortuna quiso que a este comentario lo realizara debajo de un ñandubay que tenía entre sus ramas a un laborioso "furnarius" que iba y venía con su pico cargado de barro para su construcción ¡y el día era precisamente un domingo!, por lo que el cosedor de bolsas del equipo le grita:
-¡Ehhh!!! ¡Lubicho! ¿y ese hornero que está haciendo?
El pícaro ni mira el árbol, otea el horizonte y ve a lo lejos esos copos blancos que conforman las nubes del verano casi todos los días y grita:
-¿No ve que está por llover? ¿Vos no querrías terminar tu casa antes de que llueva?
La suerte económica le fue eternamente esquiva, pero seguramente y como tantos, a él no le importaba demasiado. Cuando el río Gualeguay ensancha sus costas tanto que parece un carancho por volar, sus aguas avanzan sobre los pastos del largo valle de inundación proveyendo a los peces de un manjar difícil de despreciar. Lubicho tuvo un carro playero, esos de dos ruedas grandes que usaban, precisamente, los que se arrimaban a los barcos cuando no había puertos, justamente en la playa. Claro que internado en los bosques montieleros era utilizado con otros fines, pero él supo devolver sus glorias al vehículo.
En una de esas crecidas, cuando la superficie del agua parece crespa de tanta boga en la crecida, mete el carro hasta los ejes en el agua, encarna un anzuelo y comienza la faena. Sabido es que a río revuelto ganancia de pescadores. Los peces, entre hambrientos y un poco confundidos, mordían el anzuelo uno tras otro… y él los cargaba al carro. Esa anécdota, como corresponde a un pescador que se precie, lo acompañó hasta el fin de sus días.
Por cierto, ese último momento le llegó poco a poco… Una tarde veraniega, de esas en que ni los lagartos andan al sol, llega hasta nuestra casa un hijo de Don Luis. Pedía colaboración para llevar a "Lubicho" a Las Moscas al médico. Mi padre me envía en su vieja "rastrojera" y cuando llegamos al rancho sale un hombre viejo y abatido, sostenido del brazo por su mujer y alguna hija, pero él se resistía a ser ayudado, como si las fuerzas lo hubieran abandonado antes que la voluntad. El viaje fue muy tranquilo pero para él, el último. A los pocos días nos enteramos de su muerte y el Montiel se quedó sin uno de sus grandes personajes…
Espero con estas modestas líneas haber impedido un poco ese fatal destino que conduce de a poco al olvido, el temor último al que nos enfrentamos…

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Rosh-Pinah

Rosh-Pinah (que significa piedra fundamental o piedra del centro, en idioma hebreo), también conocida por algunos lugareños como "Ruspina", estaba localizada a pocos kilómetros de Las Moscas y fue una de las tantas aldeas fundadas en la última década del siglo XIX por la Jewish Colonization Association (J.C.A.), empresa que se encargaba de la radicación de los inmigrantes judíos en la Argentina. La J.C.A. fue constituida en 1891 por el Barón Mauricio de Hirsch, quien la creó y dirigió para hacer filantropía y con el deseo de ubicar en la mejor forma posible a los judíos perseguidos de Rusia y Europa Oriental.

Rosh Pinah

Las fotos que publicamos fueron enviadas por Damián Edelcopp, a quien agradecemos, para ser compartidas con todos ustedes, y están dedicadas especialmente para nuestra amiga Adela Liberoff, cuyos familiares residían en la antigua colonia Rosh-Pinah.

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Hospital Coronel Pringles

Graciela Baccón nos hizo llegar desde Concepción del Uruguay el siguiente relato sobre su infancia en el pueblo:

Probablemente todos los mosqueros tenemos historias comunes, como así también recuerdos y anécdotas.

El hospital de Las Moscas
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Personalmente a este lugar lo puedo llamar "el hospital donde nací dos veces". Primero, como es lógico suponer, cuando mi madre me trajo al mundo, cosa que no ocurrió con mis hermanos mayores, ya que ellos nacieron en nuestra casa con ayuda de una "partera" de la zona rural donde vivíamos. Luego, en una oportunidad en que ella estuvo internada por un problema de salud. En ese momento yo contaba con cuatro años, aproximadamente.
Una tarde fuimos a visitarla con el resto de la familia. Los adultos, entre mates y charla, comentando sobre la recuperación de su salud y demás novedades, pasaban el rato muy entretenidos. En cambio a mi me resultaba tedioso estar encerrada entre esas cuatro paredes, por lo que decidí salir a recorrer los alrededores, luego de alguna recomendación... "tené cuidado, no te vayas lejos..." o algo por el estilo.
Había un gran patio que rodeaba el edificio, con cantidad de árboles: en el frente estaban los naranjos, a un lado el nogal, mas allá los cipreses. En la parte posterior, ya casi en el fondo del terreno, me llamó la atención una especie de "camino" o "vereda" muy angosta, con una superficie grisácea, la cual estaba por debajo de la línea del terreno, bordeada con plantas de cala que tenían unas hermosas flores blancas.
La curiosidad pudo más que las recomendaciones, y es así que intenté caminar por aquel extraño lugar... y ¡oh, sorpresa!, el piso se hundió y yo desaparecí debajo de éste. ¡Era agua con jabón mezclada con tierra!.
Resulta que allí volcaban el agua de la lavandería, esto era un canal de desagüe. Por suerte para mí, una señora vió el mal momento que estaba atravesando y me rescató. De no haber sido así creo que hoy no contaba esta historia.
Nunca conocí su nombre, puede haber sido una enfermera o mucama, no lo sé. Puedo asegurar que me llevé un gran susto y no lo olvidé jamás.
A la distancia en el tiempo va mi agradecimiento para ese ser anónimo que me salvó la vida.

Felicitaciones a los mentores de este espacio de encuentro, donde compartimos gratos momentos, esperando que todos se animen a enviar notas, por simples que sean, o también cuentos y comentarios. Todos los disfrutamos, solo porque... "somos mosqueros".
Graciela Baccón

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Continuamos con la historia

Nuevamente hemos recibido desde Chaco otra excelente colaboración de Ángel Harman sobre la historia de Las Moscas, donde seguramente encontrarán muchos apellidos conocidos:
Tengo a la vista una guía del departamento Uruguay, años 1942-1943, de la que transcribo lo correspondiente a Estación Las Moscas.

Almacenes: Manuel S. Rotela, J. Wexler, I. Besler, Bernardo Edelcopp, Moisés León, Isaac Segal y S. Sivak.

Billares: Fausto Córdoba, Manuel Saldivia y P. Solano.

Carnicerías: S. Goldenberg y Vicente Andrili.

Chacareros y granjeros: Vicente Andrili, Antonio Acevedo, Ricardo Baccón, Francisco Baccón, Guillermo Collet, Luis Cibon, Jaime Esmoisman, Elías Fuegel, Marcos Furman, Adolfo Freidemberg, José Gurne, Isaac Giger, Moisés Lejman, Juan Lejman, Efraín Motusevich, Mettler Hnos., Guillermo Mettler, Federico Mettler, Simón Merchuk, Osías Meickler, Manuel Novidelki, Jaime Novidelki, Patricio Pioli, Domingo E. Pioli, Lorenzo Pesci, Pedro Pérez, Ramón Padlog, José Padlog, Elito Padlog, Narciso Rojo, León Rosenfeld, David Serebrenik, Santiago Schalamuk, Isaac Schalamuk, Boris Schalamuk y Juan Uchitel.

Establecimientos de ganadería: Vicente Andrili, Eduardo Drable, Sucesión Goitía, Sucesión Larrochea, "San Juan" de Robert Leg y Cía., "Las Raíces" de Mac Dougall S.R.L. y Salvador Rivero.

Herrería: Adolfo Chomnales y Enrique Lotz.

Lecherías: Miguel Rivas.

Panaderías: M. Holzman.

Peluquerías: Fermín Wolcoff.

Sociedades: Fondo Comunal y Sociedad Cooperativa de Colonos.

Trilladoras: Antonia Acevedo, Mettler Hnos. y L. Wainer.

Zapaterías: Aarón Volcoff.

Transcribí los nombres y apellidos tal cual aparecen escritos. Los errores no me corresponden.
Espero que esta información sea del interés de todas las personas relacionadas de alguna forma con el pueblo de Las Moscas.

Afectuosamente

Ángel Harman

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