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La foto del gaucho

El ingeniero Pedro Banchik nos ha hecho llegar una foto de su padre, Adolfo Banchik, donde se lo puede ver en la estancia "La Enriqueta", establecimiento donde se desempeñó como encargado aproximadamente hasta el año 1950, cuando se trasladó a Villaguay, ciudad donde residió hasta su fallecimiento en septiembre de 2006.
La estancia "La Enriqueta", que está ubicada a unos pocos kilómetros de Las Moscas, era propiedad de la familia del coronel Juan Bautista Enrique (o Enriquez, según algunos documentos), militar que actuó durante mucho tiempo bajo las órdenes del general Justo José de Urquiza, y probablemente es llamada así en honor a la esposa del coronel.

Adolfo Banchik en la estancia 'La Enriqueta'[Clickeá sobre la imagen para agrandar]

Es de destacar que Pedro, que es quien envía la foto de su padre en la estancia, nació en Villaguay, donde también cursó sus estudios primarios y secundarios, y al finalizar su bachillerato a los 17 años, obtuvo una beca para continuar sus estudios en Estados Unidos, obteniendo allí su graduación en el High School.
De regreso en Argentina, se graduó como ingeniero químico en la ciudad de Rosario, y luego de un tiempo y por motivos laborales se trasladó a Buenos Aires, donde actualmente reside.
Sin las pretensiones de un cineasta, en el año 2005 preparó y dirigió un documental de 93 minutos de duración como tributo a su familia con motivo de la celebración del centenario de la llegada a Argentina de sus bisabuelos paternos. En poco tiempo este documental, llamado "De Bessarabia a Entre Ríos", donde habla sobre la inmigración judía a Entre Ríos, mayormente desde lo que hoy es Rumania y Moldavia, traspasó las fronteras familiares y comenzó a difundirse muy rápidamente en Argentina y el mundo.
A partir de ahí comenzaron a realizarse numerosas proyecciones del film en diferentes instituciones de Argentina hasta el presente, así como también presentaciones en diversos festivales de cine de Argentina y el exterior, como ser en Estados Unidos, Canadá, Uruguay, Chile, Brasil, Israel, Italia, Inglaterra, etc., obteniendo en el mes de febrero de 2007 el premio Haim por ser la película de mayor repercusión en el Festival Internacional de Cine Judío de Punta del Este.
A su vez, la película fue incorporada al Archivo Histórico del Museo de la Diáspora de Tel Aviv, donde es utilizada como material de estudio para personas de habla hispana, portuguesa e inglesa en los cursos y seminarios que se dictan en este museo, y en breve será doblada al idioma hebreo.
También ha sido declarada de interés cultural y parlamentario por el Honorable Senado de la Nación Argentina, y declarada de interés cultural por la Subsecretaría de Cultura del Gobierno de Entre Ríos.
Este documental nos da una rápida y precisa descripción de la historia judía desde la destrucción del Templo hace 2000 años y la expulsión de los judíos de la tierra de Israel, hasta el siglo XIX, centrándose en el Imperio Ruso de los zares, la vida de la comunidad judía en las aldeas en esa época, el origen del idioma ídish, la música klezmer, los "pogroms" y los otros motivos de la emigración continuando con la situación de Argentina en ese siglo, la llegada al hotel de inmigrantes y finalmente el establecimiento en las colonias judías de Entre Ríos y su desarrollo. En el film se aprecia una descripción del Entre Ríos actual y el de hace cien años; y además cuenta con entrevistas a hijos de aquellos que llegaron, entre ellos el propio padre de Pedro, el director del Museo de las Colonias de Villa Domínguez y el Embajador de Rumania en Argentina, entre otros.

Adolfo Banchik en el documental[Clickeá sobre la imagen para agrandar]

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Y la lluvia llegó...

Hoy publicamos algunas fotos enviadas por Emanuel Heinse, donde se puede apreciar el paisaje de Las Moscas el pasado día miércoles 4, cuando al fin llegó la esperada lluvia.

Y la lluvia llegó...

Lamentablemente y como ya es casi una costumbre, se puede ver el arroyo crecido y las calles inundadas, dejando al pueblo prácticamente aislado y sin posibilidades de comunicación por vía terrestre.

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Obras para asegurar un futuro digno

El licenciado Juan César Lacuadra, del Área de Prensa del Instituto Autárquico de Planeamiento y Vivienda (I.A.P.V.), envía la siguiente información:

LAS MOSCAS: OBRAS PARA ASEGURAR UN FUTURO DIGNO A SU COMUNIDAD


El Presidente de la Junta de Gobierno de Estación Las Moscas, Lorenzo Rotela, destacó que la construcción del nuevo sistema cloacal y la repavimentación de la Ruta Provincial Nº 20 asegurarán un futuro digno a su comunidad.


Lorenzo Rotela[Clickeá sobre la imagen para agrandar]

Para el titular de la Junta de Gobierno de Estación Las Moscas, Lorenzo Rotela, la construcción del nuevo sistema cloacal y filtros de tratamiento incluido en el acta de reparación histórica es una obra de saneamiento que realizará el gobierno provincial que mejorará las condiciones de vida de nuestro pueblo.

Seguidamente, resaltó la importancia de la repavimentación de la Ruta Provincial Nº 20 para la región, brindando mayor seguridad y una mejor transitabilidad a una de las redes troncales más importantes de la provincia de Entre Ríos, y que beneficiará a su pequeña localidad con la ejecución de un nuevo acceso y la construcción de un puente que evitará el aislamiento que causa el arroyo cuando crece en los días de abundante lluvia. Rotela afirmó que esta obra ha sido largamente reclamada durante décadas por nuestros vecinos que tienen a esta Ruta Provincial como única vía de comunicación y transporte para tratar de sacar de la postergación a la zona central de la provincia, potenciando su desarrollo productivo para poder asegurar un futuro digno a cientos de pobladores rurales.

Con respecto a la construcción de viviendas, el titular de la Junta de Gobierno manifestó que se trabaja en forma conjunta con el I.A.P.V. que preside Julio César Aldáz para la compra de un terreno para poder ser incluido en el próximo proceso licitatorio que lleve adelante el organismo provincial, destacando que la gestión de gobierno de Sergio Urribarri y José Eduardo Lauritto brindará mucho apoyo a las pequeñas localidades como Las Moscas para evitar el éxodo de sus habitantes hacia las grandes ciudades.

Finalmente, el funcionario informó que con recursos propios de la Junta de Gobierno se invirtió unos $ 7.500.- para la compra de un tanque plástico reforzado con fibra de vidrio de 4.000 litros de capacidad, el que fue colocado sobre un chasis para ser utilizado como tanque regador.

Licenciado Juan César Lacuadra
Prensa I.A.P.V.

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Ruta 20...

En el día de ayer, 12 de febrero de 2009, se realizó en la sede del Club Social y Deportivo Villa San Marcial la esperada apertura de los sobres conteniendo las propuestas presentadas por las trece empresas oferentes para la realización de las obras viales proyectadas para la Ruta Provincial nº 20 (ex Ruta Nacional nº 12). Este primer tramo de 30 kilómetros comprende desde la intersección con Ruta Provincial nº 39, cerca de Basavilbaso, hasta el Arroyo Las Moscas, y las obras a realizar están enmarcadas en el "Proyecto Multifase de Desarrollo de la Infraestructura de Apoyo a la Producción de Entre Ríos - Fase I". El acto de apertura fue seguido por numeroso público y contó con la presencia de autoridades comunales de toda la región. La ceremonia fue encabezada por el vicegobernador Dr. José Eduardo Lauritto, quién destacó que "esto es posible porque hay nombres y apellidos de gente que no bajó nunca los brazos".

Ruta 20...[Clickeá sobre la imagen para agrandar]

Según las estimaciones realizadas, la reconstrucción de la Ruta 20 entre Basavilbaso y Villaguay costaría unos 74 millones de pesos, los que serán financiados en un 80% por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través de un crédito tomado por la provincia a veinticinco años de plazo y cuatro años de gracia; y el restante 20% lo aportará el estado provincial, y preve un período de construcción de 26 meses.
Los trabajos se realizarían en el segundo trimestre de 2009 y el segundo tramo de esta importante red troncal, que abarca desde la localidad de Las Moscas hasta Villaguay, será licitado en el primer trimestre de 2009 y las obras comenzarían hacia mediados de año.

Acto de apertura de las ofertas

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Una buena cosecha

Samuel Eichelbaum, hijo de inmigrantes judíos rusos, nació en la localidad entrerriana de Domínguez el 14 de noviembre de 1894 y falleció en Buenos Aires el 4 de mayo de 1967. Fue considerado el más importante dramaturgo argentino de su tiempo. Su obra teatral llena medio siglo de la historia argentina y su prestigio excede las fronteras del idioma.
Publicó tres libros de narraciones: Un monstruo en libertad (1925), Tormenta de Dios (1929) y El viajero inmóvil (1933, reeditado en forma ampliada en 1968 y al que pertenece el cuento aquí reproducido).
Eichelbaum es más conocido por el gran público por su cuantiosa obra teatral, donde sobresale Un guapo del 900, que incluso tuvo una adaptación cinematográfica. Del resto de su repertorio pueden citarse, por orden de aparición: Las aguas del mundo, Cuando tengas un hijo, La cáscara de nuez, El camino del fuego, El cuervo sobre el imperio, Divorcio nupcial, Dos brasas, Gabriel el olvidado, La hermana terca, Un hogar, El judío Aarón, La mala sed, Nadie la conoció nunca, Pájaro de barro, Soledad de tu nombre, Un tal Servando Gómez, Vergüenza de querer y otra larga docena de títulos, superando la treintena su producción teatral.
El relato que hoy publicamos se llama "Una buena cosecha" y dice así:

Llevaba ya cuatro años trabajando las ochenta hectáreas de la chacra que le dieran a llegar a la Argentina, procedente de Rusia. La colonia Rosh Piná, de Entre Ríos, era la más alegre de cuantas allí se constituyeron, pero esta circunstancia no influyó para nada en su vieja aversión a las tareas rurales.
Cuando se embarcó con destino a estas tierras, dijo aceptar las faenas del campo con el exclusivo propósito de llegar a América y poder luego dedicarse a su oficio.
En ningún momento se resignó a la idea de arar la tierra. No se sentía suficientemente apto para ello ni creía que el campo fuese ambiente propicio a su espíritu. En el viaje, a causa de algunos hechos advenidos en forma imprevista y que se relacionaban con el primer acontecimiento sentimental de su vida, hubo de renunciar transitoriamente a su anhelo de radicarse en la ciudad y dedicar sus energías a la mecánica, que era su oficio y al que amaba como se ama una labor del espíritu. Fue el suyo un viaje tan lleno de episodios trágicos, que había agotado totalmente su voluntad. Al llegar al puerto de Buenos Aires, ya no le quedaban esperanzas, ni propósitos, ni decisión. Se sintió dócil a las sugestiones de su mujer, la cual nunca osó discrepar con la madre.
De esta manera, Bernardo Drugova resultó ser, con grande y explicable sorpresa por parte de la suegra, un yerno de carácter blando y sumiso, sin que él lo sospechara. Al no oponerse a los deseos de su mujer, obedecía indirectamente a aquella, ya que la suegra ejercía sobre su hija un influjo terminante. Tomó posesión de su chacra con una indiferencia que contrastó visiblemente con el regocijo que este acontecimiento determinó entre los demás colonizadores de la misma inmigración. Los trabajos del campo le eran totalmente desconocidos; pero como estaba dotado de una extraordinaria capacidad asimiladora para toda tarea manual, muy pronto se convirtió en uno de los chacareros más expertos del lugar. No obstante ello, Drugova odiaba la tierra. Cuando su mujer le dio su primer hijo, reapareció en él con mayor intensidad que nunca, su anhelo de vivir en la ciudad. Expresó a su esposa y a su suegra ese deseo, varias veces, y en cada ocasión halló en la anciana una hostilidad agresiva. Su mujer no se oponía precisamente, pero tampoco compartía los deseos de su marido. Su actitud era de prescindencia, más por temor a las iras de su madre que por conservar el bienestar de que pudiese disfrutar donde se hallaba. Drugova dejóse estar nuevamente. No quería ser el causante del sufrimiento de su suegra, cuya penosa ancianidad, por una parte, y cuyo carácter quejumbroso, por otra, imponíanle un cómodo respeto. No creía que el dolor que el traslado de la hija a Buenos Aires pudiese proporcionar a la madre llegara a tener la importancia de un factor decisivo sino en la vitalidad de esta última, según madre e hija afirmaban, en sospechosa coincidencia. Sin embargo -pensó algunas veces-, ya que ambas lo aseguran, conviene no ser demasiado suspicaz, y admitirlo. De esta suerte, Drugova se persuadía a sí mismo, y callaba. Por lo demás, la anciana mujer sabía argumentar con habilidad cuando se trataba de desbaratar los planes de su yerno:
-Aquí tienes tu pan y tu techo -solía decir-. Pan ganado con nobleza y techo honrado. No tienes razón alguna para rechazar ese destino, que has aceptado al embarcar. ¿Qué irías a hacer a la ciudad? ¿A ocuparte de tu oficio? Hay en toda la ciudad millares de hombres más hábiles que tú, en tu propio oficio.
-Es preciso pensar en el niño -atrevíase a argüir él-. Habrá que darle una educación cuidadosa. No quiero que sea un obrero como yo, ignorante como yo.
-Edúcalo en la honradez y en el bien, que son las dos únicas cosas que importan. Que aprenda a arar y a sembrar la tierra y será honrado y bueno. ¿Piensas, acaso, que sea sacerdote? Sería pecado de vanidad pretenderlo; pecado tan grande como si aspiraras a hacer de él un sabio. Aspirar a grandes honores es un orgullo impropio de pobres. Mi cariño de abuela es tan grande como el tuyo de padre, pero el mío es también sensato y humilde. No necesita de grandezas que lo nutran. En esto parece diferenciarse del tuyo. Nada exijo de mi nieto para quererlo.
Las pláticas concluían, invariablemente, gracias al discreto silencio que observaba Bernardo, quien, en no pocas oportunidades, tuvo el propósito de imponer su voluntad violentamente, en una explosión de energía, pero siempre lograba dominarse.
Hacia ya mucho tiempo, quizás un año, que Drugova no hablaba de su deseo de trasladarse a Buenos Aires. Para su mujer y su suegra resultaba evidente que había abandonado esa idea, suposición que les era dos veces grata: por el renunciamiento en sí que ello implicaba y por el triunfo que involucraba para ellas.
Bernardo trabajaba con una voluntad que permitía creer que mediaba en su actitud una completa adaptación al ambiente. La cosecha presentábase, además, tan grávida de riqueza, que completaba el bienestar reinante en la chacra de Drugova, en cuyo campo tres enormes parvas, dos de trigo y una de avena, se alzaban como cerros de oro. El pequeño, entre tanto, había crecido fuerte y bello. En sus grandes ojos el color habíase fijado definitivamente, y sea ello exacto o no, lo cierto es que parecía mirar el campo con atávica indiferencia, tal como si su progenitor le hubiese trasmitido su extraviado odio a la tierra.
En Rosh Piná, algunos vecinos había ya cerrado trato para la venta de su cosecha. Drugova no lo había hecho aún. Su mujer, en varias ocasiones, le sugirió la conveniencia de apurar la trilla, temerosa de que los precios sufrieran, de pronto, según solía acontecer, una fuerte baja.
-No digo que te apresures a venderla, pero sí creo que deberías tener la cosecha lista. Puede presentársete una oferta realmente ventajosa, a condición de la entrega inmediata, y te verías obligado a rechazarla, perjudicándote.

A tales observaciones, de ejemplar sensatez, Bernardo, hombre de pocas palabras, daba la callada por respuesta, comunicando así la sensación de haber acatado el consejo que de ellas se desprendía.
Una madrugada, muy lejana el alba todavía, Drugova despertó. Miró a su alrededor, seguramente en busca de alguna filtración de luz que le permitiese adivinar la hora, y como encontrará todo oscuro en torno suyo, decidió levantarse. Previamente, observó a su mujer, que dormía su natural sueño pesado, extendidos los musculosos y morenos brazos, desecha la cabellera tupida y abundante. Dos minutos más tarde observaba pensativo, desde la puerta de su pequeño galpón de biznagas, el cielo, de un azul tenue y lechoso, anunciador de buen tiempo. Una luna llena pura, tímida y transparente, lo decoraba todo. Lentamente se encaminó hacia el campo. Los perros de la chacra vieron a su amo, que se empeñó inútilmente en no dejarse acompañar, y le siguieron. Drugova llegó hasta la primera parva de trigo, magnífica, inamovible, como una casa de fuertes y profundos cimientos; pasó su mano áspera por algunas gavillas, como si quisiera acariciarlas, y sintió la suave y placentera humedad del rocío. Luego, casi sin que mediara un solo pensamiento, extrajo de uno de los bolsillos del pantalón una caja de fósforos, encendió uno y lo introdujo todo lo que pudo dentro de la parva, que pareció estremecerse ante el peligro de la insignificante llamita. Cuando el hombre comprobó que su propósito no se frustraría, dirigió sus pasos hacia la otra, distante apenas unos cincuenta metros de la anterior, y repitió la operación. Concluida ésta advirtió que de la primera parva desprendíase un humo negruzco y denso, que se dilataba en el espacio, para desaparecer totalmente a los pocos metros.
Bernardo emprendió el regreso con la mayor premura. Sigilosamente se quitó la ropa y volvió a acostarse. Habría transcurrido media hora cuando oyó "torear" a los perros, e inmediatamente unos golpecitos en uno de los postigos de la ventana. Era Rogelio, un peón criollo de la chacra colindante, que divisó el fuego y se vino de un galope a dar el aviso.
-¡Don Bernardo, se le queman las parvas! ¡Le han prendido fuego a las parvas!
La esposa de Drugova se incorporó sobresaltada.
-Bernardo, te avisan que se han incendiado nuestra parvas.
-Ya he oído- respondió en un tono seco, de violencia contenida, y comenzó a vestirse, en tanto que su mujer ya había saltado de la cama, no sin agradecer antes a Rogelio.
Al salir al patio todo estaba perdido. Ambas parvas habíanse convertido en dos llamas, sin atractivo siquiera, pues el espectáculo del alba, que ya se iniciaba, restó toda importancia decorativa al fuego. La mujer observaba la voracidad de las llamas en tanto que sus ojos se anegaban en llanto. Así que apareció Bernardo, su esposa dijo, en forma apenas perceptible:
-¡Hasta que llegues allí con agua, ya no quedará ni un grano!
Por el lado de la tranquera, a la izquierda, se recortó la figura escuálida del buen peón.
-Parece que hace rato que arde. Yo lo vi recién. Monté en pelo y me vine de un galope.
Y después de un silencio agregó:
-¿Cómo habrá sido, digo yo?
En su media lengua, Drugova logró expresar que eso no podía ser obra de la casualidad sino de una intención. Rogelio comentó:
-¿Habrá cristianos tan atravesaos?

Un mes después, con lo que rindió la avena -fue la única parva que se "salvó" del siniestro-, Drugova, su esposa, la suegra y el hijito se trasladaban a Buenos Aires.

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El Pozo de los Díaz

Agradecemos a Gabriel Rotela, quién envía algunas fotos del río Gualeguay y dice que "son de un lugar espectacular, conocido como el Pozo de los Díaz."

Pozo de los Diaz

"Queda justo atrás de la estancia Las Violetas, y es un lugar de difícil acceso pero que trae muchos recuerdos felices a los pescadores de la zona."

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