Alejo se inspiró en su abuelo Edelmiro Molina, también conocido como "Beco", para escribir "De oficio arenero", relato con el que obtuvo una mención en el concurso, gracias a la cual se hizo acreedor a premios que consistieron en una bicicleta, una mochila con libros y una estadía de 3 días en una estancia de la provincia de Buenos Aires para festejar el Día de la Tradición los días 9, 10 y 11 de Noviembre, lugar al que viajó en compañía de su papá, Rubén "Viri" Córdoba.
A continuación, el relato:
Hace unos años unos hombres de mi pueblo se dedicaban al oficio de arenero. Uno de ellos era mi abuelo. Trabajaba como peón de campo, pero los días libres traía arena al pueblo y también a pueblos vecinos. Ocupaba cuatro caballos atados al carro para el primer viaje y otros cuatro para el segundo. El río Gualeguay a donde iba a buscar la arena queda a dos leguas y media del pueblo. Salía al amanecer y volvía al mediodía con el primer viaje, de ida al trote largo y a la vuelta, cargado, los traía despacio para no cansar a los caballos.
La carga variaba según el encargo, si pedían una carrada, la misma era al ras de la caja del carro, si le pedían un metro eran ciento ochenta paladas las cuales contaba una por una.
Como no era el único que se ocupaba de eso, se ponían de acuerdo para vender al mismo precio y así tener las mismas posibilidades de venta. Pero no sólo eso tenía en cuenta el cliente, también la calidad de la arena: debía ser limpia, libre de pasto y resaca.
Cuando el río crecía tapaba todo el arenal, debían esperar días o semanas hasta que volvía a estar en caja (lo llamaban así cuando volvía a la anchura normal). Cuando eso ocurría mi abuelo se enteraba por los demás areneros que vivían en la costa. Pero antes de la creciente, anticipado por el pronóstico del tiempo radial, se iba dos o tres días al río y sacaba varias carradas de arena, varios metros lejos del río donde sabía no llegaría el agua, en caso que la creciente sea grande. Cuando esto ocurría en el arenal no quedaba nada limpio, palos, troncos, ramas, restos de animales muertos y cualquier otro elemento arrojado por la mano del hombre, que en ese entonces no eran tantos según mi abuelo. Todo lo que no le pertenecía al río, la creciente lo arrojaba al arenal y al pajonal. Cuando el camino daba, el trabajo del arenero era más duro pues había que zarandear la arena antes de llenar el carro, limpiándola de la resaca del río.
Me cuenta que en tiempos de verano se metía al río con carro y caballos, refrescaba a los animales y los hacía beber y a la vez mojaba las ruedas del carro, que al ser de madera con el sol se resecaban y se aflojaban, al humedecerse se hinchaban nuevamente y no había peligro que se rompan de regreso al pueblo.
En ese tiempo el río era de aguas claras y limpias y se podía beber sin peligro, en la arena había rayitos de sol de varios colores, en el paisaje se podían ver sauces, sarandí blanco, ceibos, talas, algarrobillos y ñandubay, éstos últimos en época de primavera y verano cubiertos por mburucuyá, clavel del aire y tas. Cuando los espinillos estaban en flor, varios metros antes se podía percibir el rico perfume a aromitos.
De camino al río y a sus alrededores se podían ver ñandúes, carpinchos, chajás, teros reales, chorlitos, gallaretas, palomas, tordos, golondrinas, cardenales, tijeretas, cuises y muchos otros animales, de los cuales hoy quedan pocos.
Cuando comenzaron a instalarse los corralones en las ciudades cercanas, los camiones traían arena a la mitad del precio que ellos vendían, poco a poco fueron perdiendo los clientes y el oficio de arenero desapareció, al menos en mi pueblo. La arena que está en el río está sucia y sacarla sería ayudar a destruir más la naturaleza.
A este relato lo compartimos con ustedes gracias a la colaboración de Mabel, quien agrega:
Hermosa la historia del abuelo de Alejo, verdad? Hace unos años atrás había una calco que decía "Veranee en el Raigón". Se acuerdan?
Es una lástima que hayan abandonado tan hermosa playa. Hoy es difícil llegar en auto, el camino angosto y descuidado, los árboles cierran el paso. Es un hermoso lugar, ojalá lo podamos ver como lucía años atrás!